Los ácidos grasos esenciales para el hombre son el ácido alfa-linolénico y sus derivados, que son los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, ácido eicosapentanoico (EPA), docosapentanoico (DPA) y docosahexanoico (DHA) que componen la familia de los omega 3 y elácido linoleico, precursor de la familia de los omega 6.
La relación entre estos dos tipos de ácidos grasos permite regular numerosos procesos metabólicos, pero actualmente en la dieta occidental, es mucho mayor el consumo de ácido linoleico en relación a los omega 3. La OMS recomienda una relación omega 6/omega 3 de 4:1 y estamos en España en 30:1, alcanzando en EE. UU. estados en los que la relación alcanza valores de 70:1.
Es, por tanto, necesario equilibrar el déficit que en nuestra dieta presentan los omega 3, que reducen la tendencia a la formación de trombos, ya que aumentan el tiempo de coagulación, disminuyen la viscosidad de la sangre, la agregación plaquetaria y el fibrinógeno y aumentan la deformabilidad de los eritrocitos. Se recomienda ingerir la cantidad diaria de 1 gramo de ácidos grasos omega 3 como complemento alimentario.
Los omega 3 de mayor calidad, eficacia y más completos son los que se obtienen de los mamíferos marinos que al provenir de mamíferos, como nosotros, tienen una disposición estereoisómera como la nuestra, facilitando su aprovechamiento y eficacia. Pero además, son la única fuente significativa de DPA, que es prácticamente inexistente en otras fuentes de ácidos omega 3. Las funciones en las que interviene el DPA son numerosas, entre las más importantes podemos relacionar las siguientes:
Reduce la agregación plaquetaria y, en consecuencia, el riesgo de trombosis.
Aumenta la migración de las células endoteliales, reparando las lesiones tisulares de arterias y venas, resultando diez veces más efectivo que el EPA en esta acción.
Reduce, de forma significativa, la intolerancia a la glucosa.
Disminuye, de manera importante, la síntesis de sustancias proinflamatorias.
Evita la formación de ateromas.
Comparando la eficacia de los omega 3 de mamífero marino frente a los de pescado, la diferencia es evidente a favor de los primeros:
Alto contenido de DPA y casi nulo en el de pescado.
Máxima biodisponibilidad en el de mamífero marino y menor aprovechamiento en el de pescado.
Pureza total y posible contaminación con metales pasados y diazinas en el que proviene de pescado.
Prácticamente sin colesterol, frente a un mínimo del 1.5%. que contienen los omega 3 de origen de pescado.